
Sin embargo Ethan (Michael W. Smith), de raza blanca, se conforma con pastorear, a través de la música, una mega iglesia en los suburbios de la ciudad.
Por su parte Jake (Jeff Obafemi Carr) es un inteligente afro-americano de la calle que ministra a adolescentes pandilleros, madres solteras y drogadictos.
Repentinamente, ambos son enviados a un rudo vecindario en el que se ven forzados a trabajar juntos, hombro a hombro.
Ethan descubre que no hay privilegios ni límites en el Santuario de Dios para quienes viven en las calles.
La trama se desarrolla entonces en torno a los prejuicios que ambos tienen, contra la misma fe que comparten en Jesús, enfrentados a la dura realidad de que todos pueden optar a una segunda oportunidad para sus vidas.